lunes, 14 de abril de 2014

Los Amantes Desconocidos

Atrás quedaron los días en que fundían sus manos y sus labios, aquellas frías noches en que calentaban sus cuerpos bajo una misma sábana, en esos días eran capaces de desnudarse mutuamente con tan solo una mirada, de curar sus heridas con besos sobre su cuerpo. Los infinitos abrazos bajo la luz de la luna ya desaparecieron, al igual que las innumerables palabras de afecto que se lanzaban como flechas de cupido en los días lluviosos Su amor ascendía como la niebla en la mañana colándose por cada poro de su piel, no podían subsistir sin aspirar el aroma que desprendían.

Se conocieron una noche estival, solo eran dos seres sin destino deambulando por la calle, pero aquella noche bajo el haz de luna sus caminos se cruzaron, el choque de dos cuerpos interconectados hizo surgir la chispa del amor, sus manos se entrelazaron bajo la escrutadora mirada de la dama de plata. Se observaron fijamente a los ojos y germinaron sus almas. Desde aquella noche que huyeron al apartamento nada se volvió a saber de ellos en la calle, eran un par de jóvenes pintando su historia entre las profundas sabanas de su cama, recorriendo sus cuerpos con las cálidas enredaderas de sus manos, palpando sus almas con cada beso, yaciendo en torbellinos de pasión dignos de los dioses creadores, una creación que en esta ocasión hacia brotar la primavera por cada rincón del apartamento. Sus grises y apagadas caras de ojos vacíos anegados por la oscuridad se convirtieron en un arcoíris de alegría. Eran felices.

Pero, aquellos días pasaron y ahora se limitan a verse como dos amantes desconocidos, apagados, sin pasión alguna ni conexión en sus miradas, sus besos ya no caen cálidos como antes, ahora son como copos de nieve que agrietan toda piel que tocan, sus manos no acarician, solo se mueven desorientadas por parajes que antes les eran familiares y de los que conocían cada rincón y cada secreto. Su amor se fue como el tiempo, a través de las manecillas del reloj, escapó una gélida noche en el corcel negro del desamor.

En ocasiones, uno de los amantes llora sin saber el motivo y busca calmar su tristeza sin saber que su único antídoto duerme a su lado. Ese es el camino de los amantes, como las rosas: Crecen, florecen y se marchitan, siendo sus negros pétalos arrastrados por el viento, que, al igual que el tiempo, todo lo destruye.



Fotograma perteneciente al videoclip "Still" del grupo Daughter

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